miércoles, 24 de agosto de 2011

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¿Estás...? Dormido, sí. Y yo he de marcharme ya. Daría lo que fuera porque tus labios pudieran despedirse de los míos una vez más, como lo llevan haciendo toda la noche, como no dejaron de hacerlo desde el momento en el que supieron que en algún momento debían irse. Realmente desearía poder escuchar el sonido de tu voz acariciando la piel de mis mejillas con dulces palabras de amor, sentir tus brazos estrechando con ternura los miedos que recorren mi espalda, contemplar la eternidad en el espejo de tu mirada y estremecerme a cada latir de tu corazón en sintonía con el mío. Mas me levantaré en silencio. No habré de despertarte. Duerme, sueña. Pues si yo durmiera y soñara, lo haría contigo.

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