jueves, 17 de noviembre de 2011

.. Africa



Aquí empezó todo. Lo recuerdo bien. Era un día de tormenta. Las nubes peleaban entre sí, furiosas, deseando arrebatarse entre ellas cada parte de su esencia para entregársela al firmamento en forma de estruendoso ruido, de esplendorosa luz. Y los cielos observaban de cerca la reyerta, escupiendo alaridos cuando por accidente eran golpeados, haciendo temblar el suelo sin piedad. Nos refugiábamos bajo la tierra sólida, en esos agujeros de las montañas. Esperábamos con paciencia a que terminara la batalla. Unos contemplaban el espectáculo, otros dormían. Y entonces sucedió. Nunca antes habíamos estado tan cerca de un Dios. Mas no sentimos miedo. Su calor nos atraía, y su luz nos hacía ver las cosas de una manera diferente. Su cuerpo rojizo se movía en un abrazo sinuoso en torno al tronco de un árbol, y éste se dejaba vencer, se inclinaba, cambiaba su color, moría por aquel que se aferraba a sus raíces. El chamán se acercó y salvó una rama, cuyo extremo había empezado a consumirse. En ese momento todo cambió.

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