miércoles, 12 de septiembre de 2012

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Ser justo con la vida, porque la vida no es justa contigo. Ofrecer todo lo que puedes dar al mundo, porque el mundo no te ofrece nunca nada. ¿Y cómo pretender apreciarte, si nadie te valora? ¿Cómo creer en ti mismo, si nadie cree realmente en ti? Querer llegar lejos, porque nadie piensa que puedas llegar lejos. Abrazar cada segundo, porque a los segundos no les importas. Borrar palabras, porque las palabras te tachan de su diccionario. Encender una vela porque las luces se apagaron, cerrar los ojos porque la oscuridad te escupe a la cara. Y a pesar de todo, levantarte, tatuarte en la piel que continuarás el camino que tú quieras continuar a pesar de las adversidades, recordarte que eres tú el único que queda después del ir y venir de las circunstancias. Cuando cubrir tus oídos de calma no es suficiente, golpear tu mente con el ruido del silencio sirve de anestésico. No esperes alientos de ánimo, ya que no llegarán más que cínicas reverencias, que se quedarán para abofetearte cada día que pienses que tus pasos llegan a alguna parte. Engañarte te servirá para levantarte en todas aquellas ocasiones en las la verdad te empuje al vacío. Guarda siempre la esperanza, persevera, pero jamás creas que puedes llegar a confiar en alguien que no seas tú mismo.