jueves, 30 de mayo de 2013

.. blood lamp


Poner toda, absolutamente toda tu esencia en algo. Y esperar, sencillamente esperar, con la esperanza de que florezca. Continuar esperando. Un día tras otro. Esbozando tu mejor sonrisa, tu gesto más amable, tus palabras más honestas, tu actitud más sincera. Un día tras otro. Y se suceden los acontecimientos, las personas se pisan unas a otras, los rostros conocidos quedan en el pasado, las oportunidades se pierden, las ocasiones se escapan con la casualidad, y el destino se esconde tras la triste realidad de un cristal empañado por el último aliento de tu perseverancia. La paciencia comienza a arañar las paredes de tu corazón, que palpita a cada minuto con más fuerza, pero con menos intensidad. Por delante de tus ojos cruzan de pronto todas las decisiones que no tomaste, todos los trenes que no llegaste a coger. Y el éxito se escapa de entre tus dedos tan fugazmente como un primer suspiro resignado.

viernes, 24 de mayo de 2013

.. freedom! ... Oh no!


Una salida. Porque siempre parece haber salida. Y, cuando la encuentras, tus decisiones no te llevan sino a una nueva entrada. Porque no sales, entras en otro lugar. Un lugar parecido, un lugar similar, un lugar remotamente familiar, un lugar, al fin y al cabo, diferente. Otro lugar. Sales de un lugar. Entras en un lugar. Y en medio de los dos, el recuerdo. Ese arrepentimiento que se niega a manifestarse por puro orgullo, ese paso atrás que no sabrías cómo dar pero que, conforme pasa el tiempo, ves menos oportunidades de hacerlo. La sensación, que te recorre desde la punta de los dedos de los pies hasta la raíz del cabello en la cabeza, la reconoces como inseguridad. Nada más lejos de la realidad. Ese sentimiento es más cercano a la falta de control, a ser consciente de que los errores no se pueden rectificar con deseos, ni con esperanzas. Las equivocaciones se corrigen con acciones, con palabras, con nuevas equivocaciones que nos empujen con la violencia de la propia existencia hacia nuevas salidas, hacia nuevas entradas. Y es que no hacemos más que abrir puertas. Una y otra vez. Incansablemente. Eternamente.