.. butterfly whispers

El vuelo acelerado de miles de mariposas que se apresuran a coger el mejor sitio en el interior de la garganta, al abrigo de las inquietas respiraciones que impiden al tiempo pensar en el sino que le aguarda a cada nuevo paso. Susurros atrapados bajo cada clavícula, enredados en la médula espinal, trenzados a cada costilla, anudados al corazón, que resuenan en la boca del estómago como fuertes punzadas con forma de afilado cristal. Un bostezo que cede a la gravedad, un parpadeo que se deja llevar por la pesadez del cuerpo, un temblor que deja de vibrar para detenerse a cada fragmento y dividirse en cientos de reflejos.

.. screams for more

Devorar el pasado sin remordimientos, mordiendo cada pedazo del destino al que osamos desafiar, desgarrando cada pedazo de circunstancia que decidió resistirse a las dudas. Llevar por corbata las entrañas del descaro, simplemente porque nos gusta llevarlo así. Y hacerse un collar con los colmillos de la fortuna, y un abrigo con las plumas de todo aquello que aún no está escrito. Golpear con fuerza huesos de determinación contra membranas de justicia, y hacer vibrar con ellos el aire que silbe al ritmo palpitante en sintonía con nuestros pies. ¿Quién dijo miedo? Queremos comida. Y gritaremos por más.

.. white

¿Estás...? Dormido, sí. Y yo he de marcharme ya. Daría lo que fuera porque tus labios pudieran despedirse de los míos una vez más, como lo llevan haciendo toda la noche, como no dejaron de hacerlo desde el momento en el que supieron que en algún momento debían irse. Realmente desearía poder escuchar el sonido de tu voz acariciando la piel de mis mejillas con dulces palabras de amor, sentir tus brazos estrechando con ternura los miedos que recorren mi espalda, contemplar la eternidad en el espejo de tu mirada y estremecerme a cada latir de tu corazón en sintonía con el mío. Mas me levantaré en silencio. No habré de despertarte. Duerme, sueña. Pues si yo durmiera y soñara, lo haría contigo.

.. end of circle

Sino caprichoso, ¿qué os hicimos las lágrimas para que de tal forma juguéis con el significado de nuestro ardiente camino por la vida del hombre? Nos confundís con vuestros cambios de vestuario, de decorado, de escenario, de público; y ya no sabemos cuál es el papel que hemos de representar, ni cómo hemos de improvisar en caso de sentirnos perdidas -que, se lo aseguro, nos sucede con frecuencia-. Y es que no estamos ya seguras de nada. Y sin embargo, ¿Cuál es el momento más propicio para llorar a carcajadas? Únicamente creo estar segura de una cosa, lejos de miradas encharcadas, pupilas brillantes y mejillas mojadas: que el final del círculo no es más que su principio.

.. sword

El deseo irreprimible de cerrar los ojos, y que permanezcan así por el resto de la eternidad, para contemplar en el silencio de la oscuridad pasar el tiempo, y las heridas. Un reflejo que te golpea con la fuerza de mil amperios, devolviéndote a esa realidad de la que tal vez nunca saliste y a la que quizá nunca perteneciste. Y es que una mirada entornada tampoco sirve. Contemplarse de perfil es negarse la mitad de una mentira, y avanzar con la cabeza agachada siempre fue de esos valientes que decidieron asegurar sus pasos sobre el suelo que pisaban. El miedo es el material más fuerte de los escudos. Porque incluso los soldados sienten. Y es que este dolor hiere como una espada clavada que intenta salir.

.. addicted

Mente que se dispersa
tras fuertes muros de desolación,
que minutos alterna
entre la confusión,
entre la incertidumbre y la pasión.

No quisiera escucharte.
Y cuatro acordes más de esa canción.
No quisiera esperarte.
Sanar mi corazón.
Silencio de blanca, corchea, re bemol.

.. sleepwalker

Los nudos de la confusión se entrelazan
y tejen los miedos un velo,
que cubran el rostro del cielo
y oculten de pasado corazas.

Gritar.
Desconocer si hacerlo en la realidad.
Sentir el eco en las entrañas,
el paso firme de mil arañas,
y caer en la adversidad.

Llorar.
Creer hacerlo sin saberlo.
Notar el viento azotar la seguridad,
tener algo sin tenerlo,
y derrumbarse en la contrariedad.

Y nunca aprender a distinguir
la mentira de la vida,
el sueño de la verdad.

.. death

Hasta entonces no lo había creído posible. Siempre imaginaba los finales como historias que terminaban en un punto, en una frase a la que no seguía nada más, en una conclusión que resumía en una moraleja el contenido de toda una vida. Una oscuridad que no era sino un vacío, un blanco profundo, la ausencia de Todo, la Nada absoluta. Y para su sorpresa, de pronto se encontró entre el sueño y la vigilia, manteniendo el equilibrio en los pilares inestables de las pesadillas. Sólo en ese momento de incertidumbre estuvo segura de todo cuanto había conocido. Sólo en ese momento, ignoró hasta su nombre.

.. fade into grey

Pensé que podría. O tal vez sólo creía pensarlo. Una sonrisa que ocultaba una lágrima, un suspiro que sustituía un lamento, un gemido que se ahogaba en una risa absurda. Un brillo en la mirada que no era de ilusión, sino de nostalgia; unos brazos cruzados que no eran de timidez, sino de frío. Un cuerpo que se volvía a sus espaldas, no para contemplar lo que dejaba tras de sí, sino por miedo de lo que pudiera haber tras él. Falta de apetito cuando la realidad era no que hubiera terminado de comer, sino que tenía un nudo en el estómago. Perderse entre el blanco y el negro, y comprender que ambos se desvanecen en gris.

.. jeans

Reconocerte por la forma que tienes de caminar, por el ángulo que forman tus piernas con el suelo que recorren tus pies, por la distancia que existe desde un paso hasta el siguiente. Saludarte desde lejos, clavando la mirada en tu espalda, que se da por aludida y se vuelve despacio. Entrelazar mi sonrisa con la tuya, y contemplarte así, de frente, cara a cara, y cada uno de los detalles que te hacen tuya: tus rizos de azabache, ese pequeño lunar en el hombro derecho, el colgante que nunca que te quitas, tu camiseta favorita, aquel tatuaje que decora tu ombligo, e incluso el botón de ese vaquero que pretendes hacerme creer que olvidaste abrochar.

.. hurrrdurrr

La rapidez de sus movimientos sucumbió a la astucia de las heridas, que superaban sus habilidades en número y vidas. Sus estocadas se habían dejado llevar por la furia de la impotencia, por las tinieblas de sus errores pretéritos, por sus victorias perdidas y sus derrotas ganadas. Su orgullo era mucho más fuerte que el filo de su arma, mas aun con ello no era suficiente para derribar a su poderoso oponente. Su rival esquivaba sus golpes con la grácil agilidad de una gacela, y devolvía los ataques con la terrible intensidad de la mandíbula de un león. La batalla no duró demasiado. Y, sin embargo, a pesar de sentir el final en la sangre de su pecho, no se dio por vencida.