¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes? ¿Por qué escapaste, por qué te alejaste de mí? Ya no siento la calidez de tus mejillas sobre mis hombros cada noche. ¿Dónde fuiste? ¿Con alguien que te necesitaba más que yo? ¿O tal vez pensaste que yo había dejado de necesitarte? ¿Por qué me abandonaste? Aún echo en falta que me cubras con la manta de tus brazos para protegerme del frío. Tu ausencia es peor que volver a sentir vacío el cuerpo, nublada la mente y empañadas las retinas. Y aún más peor es tener la sensación de que sigues aquí, observándome desde la distancia, en penumbras, esperando que me retuerza de dolor para suplicarte que vuelvas, negándote tú a hacerlo. No he alcanzado todavía la cumbre y, aunque creas que puedo llegar a ella sin tu ayuda, yo me veo incapaz de recorrer este camino sola, abandonada. Seguiré esperándote cuando vuelvas, y aún después, cuando estés conmigo, esperaré que no vuelvas a marcharte. Y, si por mis escudos o por tu galope veloz no volvemos a encontrarnos, jamás dejaré de creer que siempre has estado a mi lado.
1 comentarios:
Linda entrada :) Saludos!
Publicar un comentario