miércoles, 21 de septiembre de 2011

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Llueve. Y tanto frío hacía en los días de sol que pareciera que nunca llegaba el invierno. Y ahora, llueve. La hierba húmeda se ríe de la humedad del rocío seco de la triste mañana y de las suaves lágrimas del melancólico atardecer. No durará por mucho tiempo más la sequía de las nostalgias perdidas y los recuerdos por encontrar. Gota a gota, y que se atrevan los titanes a rugir en presencia de ese nuevo firmamento encapotado. Que ya no quiero caminar sobre el asfalto si puedo saltar sobre el reflejo de cada charco y salpicar con su frío descaro los remordimientos de cada sonoro arrepentimiento.

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